Comprar una vivienda no es una opción al alcance de todos los bolsillos. Meterse en una hipoteca no solo implica hacer frente a las mensualidades si no disponer también de una cuantía generosa de ahorros para poder asumir los gastos derivados de la entrada e impuestos. Además, usualmente la casa deseada y el dinero disponible no corresponden.
La alternativa es siempre una vivienda de alquiler. Pero, para aquellos quienes la opción de compra es su preferencia suele parecerles, a la larga, un gasto sin sentido.
¿Cuál es entonces la solución? Comprar una vivienda por medio de un alquiler inicial.
Para quienes no estéis familiarizados, esta fórmula consiste en adquirir – de pleno derecho – la vivienda en la que se vive como alquilado, abonando un importe previo a la firma del contrato de alquiler y un plazo de alquiler que se descontará del precio de compra definitivo.
Aunque puede sonar muy simple, hay algunas consideraciones a tener en cuenta si realmente te decides por esta opción.
En primer lugar, y lo más importante, hay que hacer constar la opción de compra en el contrato de alquiler. Esta será tu carta de negociación si al final decides convertirte en propietario de la vivienda donde estás alquilado.